Antonio Ballesteros Baldrich

            En los últimos meses se están llevando a cabo una serie de obras  de reforma y rehabilitación de los restos que quedan de lo que fue la antigua fortaleza  que se construyó  a partir de 1479 en Cieza como medida de defensa y persuasión para prevenir nuevos ataques musulmanes como el acaecido en 1477 de tan funestas consecuencias para nuestra población. Tan funestas que si no se hubiera decidido la construcción de este entramado defensivo posiblemente Cieza hubiera dejado de existir.

            Pues bien, en 1477, el nuevo comendador Juan Pérez de Barradas nombrado por la Orden de Santiago (a cuya jurisdicción pertenecía Cieza) en sustitución del anterior, D. Gonzalo Talón  ( afectado por la invasión de 1477 y que tenía a su familia cautiva en Granada) decide de forma perentoria la construcción de una fortaleza: “ el comendador  comienza a façer una fortaleza en la villa de Cieza donde puedan retraerse e salvar a las gentes e bienes muebles de la dicha villa cuando necesidad alguna de los moros infieles les viniese.”  (A.C. Murcia 1478-78).

            La obra se hizo con celeridad y precisión, de tal forma que  en la visita de la Orden  de Santiago en 1495 se  describe  la fortaleza como  “Barrera en cuadro, con cuatro torreones uno en cada esquina, con almenas, troneras y saeteras, así como Torre de Homenaje y barbacana.” (Salmerón F.P.  “La antigua Carteya hoy Cieza”. Madrid 1777). La Torre de Homenaje era la torre más destacada de las fortificaciones, más alta que la muralla y que por lo general estaba aislada del resto de las defensas. Era la que servía de residencia al señor -en nuestro caso al comendador-  y cumplía las funciones más destacadas del castillo, albergando las estancias más importantes y el almacenamiento de víveres y armamento. Cabe pensar que los restos que perduraron hasta nuestros días y que ahora se están rehabilitando pertenezcan a la antigua Torre de Homenaje de la antigua fortaleza, donde no sería descabellado  pensar que serviría de hospedaje al Emperador Carlos V en su  viaje de regreso de Argel la noche del 9 al 10 de  diciembre de 1541 tras una estancia de cuatro días en Murcia. (Torres –Fontes  Suárez, C.” Visita de Carlos V a Murcia (5-9 diciembre  -1541.”  Dialnet.unirioja.es) . En un reciente y muy interesante estudio (Juan  C. Trigueros Molina. “Las Encomiendas santiaguistas de Cieza y el Valle de Ricote. La Cultura del Agua.” Universidad de Murcia. Escuela Internacional de Doctorado. Murcia 2017) encontramos una curiosa descripción del estado  y los componentes de la fortaleza con motivo de unas obras de rehabilitación que tienen lugar en 1531: “Torre hacia Mula: Repaso de cimientos de cinco palmos de ancho y tres tapias de alto. Alzada sobre el nivel del suelo. Torre hacia Hellin: demoler las paredes y realizarlas de nuevo. Sala hacia Hellin: Repaso de cimientos .Realizar un baluarte con sus almenas y saeteras entre la puerta principal de la fortaleza y una puerta falsa hacia el rio.”

            Con todo las obras de defensa llegaron tarde a Cieza, la toma de Granada el primero de enero de 1492 hizo desaparecer por completo el peligro de los ataques nazaríes y en consecuencia el sistema defensivo quedó obsoleto, además a partir de 1515 los comendadores dejan de residir en Cieza con lo que sus dependencias quedan  como depósito de los frutos  proveniente de los diezmos correspondientes a la Encomienda  y   como locales de alquiler para aquellos que estaban interesados en sus aposentos (cocinas, cuartos, salas y cuadras).Todavía en los siglos XVI y XVII en cierta manera se mantuvo el complejo defensivo como se ha visto más arriba con las obras que tuvieron lugar en 1531. En 1592 se contrata al maestro alarife Pedro de Montesano para hacer diferentes reparaciones en  “el fuerte de la fortaleza de Cieza” y  en 1619 es Juan de Lauzendi quien se encarga de la realización de diferentes puertas y ventanas para la misma.

            En el siglo XVIII el abandono de la fortaleza ya es total y así nos lo describe el padre Salmerón (1777): “La villa de Cieza en el sitio donde  al presente está, tiene en su orilla, a la parte de occidente, una fortaleza, la cual está muy derrotada, fue edificada después  de la invasión de los moros de Granada en 1477.”   De finales de este siglo tenemos también una curiosa descripción de nuestra fortaleza de la pluma del canónigo Juan Lozano ( “Bastitatania y Contestania del Reyno de Murcia”. Murcia 1794) “En los contornos de la Ermita de San Bartholomé, Casa de la Encomienda y otras muy próximas… encontramos unos murallones rodeando un alcázar inexpugnable. Alcázar de célebre tapia, mucha traviesa, corazón de tierra y sostenida con pelotones y ormigón. Lo interior de este alcázar de tierra muestra designados sus arcos de medio punto para dividir su bella amplitud.”

            En el siglo XIX, Madoz (Madoz P. “Diccionario Geográfico- Estadístico-Histórico de España y sus Posesiones de Ultramar”. Madrid 1850), nos da cuenta del estado de la fortaleza, en concreto del torreón: “En dirección oeste se encuentra la Casa Encomienda… al final de un descubierto se ve una torre derruida, cuyos fuertes paredones y residuos de almenas testifican en el día la solidez de su tiempo.”

            Poco a poco el deterioro es más acusado y sus estructuras se convierten en un inconveniente para el desarrollo de la población hasta el punto que en 1865 el ayuntamiento establece los límites entre la fortaleza y las casa que se quieren edificar en su entorno. En 1905, otro erudito (González Simancas, M.” Catálogo  Monumental de la Provincia de Murcia. 1905-1907”. Murcia. 1997) nos habla del “Torreón de la Fortaleza” como últimos restos de la misma: “en los que aun permanecían de pie unos arcos rebajados y el inicio de una escalera”. En 1964  la pared suroeste de nuestra histórica fortaleza fue arrasada para aprovechar su perímetro como cochera y así quedó hasta nuestros días en que como se dijo al principio se han iniciado las obras de recuperación que esperemos que lleguen a buen fin.

            Este trabajo se sustenta en su mayor parte en un artículo realizado por quien esto suscribe en 2003 en el número 6 de la revista “Andelma” titulado “El torreón de la Fortaleza” que publica el Centro de Estudios Históricos Fray Pasqual Salmerón de Cieza, y lo acabo como acabé aquel artículo hace ya veinte años: “No sabemos qué ocurrirá con los restos que quedan de la antigua fortaleza, si desparecerán en aras del desarrollo urbanístico, o si se tendrá el buen gusto o sensibilidad de conservarlo, y a ser posible restaurarlo como recuerdo de una época y circunstancias que significaron una parte importante de nuestra historia” . Parece que el último deseo se está cumpliendo. Así sea.