In memoriam de nuestro hermano Bartolo “el rapao”, el eterno cura que siempre estará en nuestros corazones.
El día 31 de agosto a la finalización de la misa previa al traslado de nuestro patrón San Bartolomé Apóstol a su ermita tendrá lugar la lectura de “Los sudores del Santo”.
En ella se da lectura y fe por el escribano D. Luis Daroca Marín de lo acontecido el 26 de abril de 1722 donde el santo patrón sudó hasta cinco veces para salvar a su pueblo de la nube maligna que lo amenazaba.
Con ocasión de ello, se relata una breve descripción y retazos históricos del oficio de escribano:
UN APUNTE SOBRE LOS ESCRIBANOS
La profesión jurídica conocida históricamente como Escribano, se ha convertido y desdoblado en el actual Notario y Letrado de la Administración de Justicia. Sus ejercientes ostentan la fe pública.
Los escribanos constituyen un grupo profesional de indudable interés por ser el protagonista común y el autor material de los escritos que permiten el estudio de la Historia en sus diferentes facetas. Este fedatario tiene una doble vertiente muy interesante: es redactor y, sobre todo, custodio de la fe pública de los documentos por él refrendados. La esencia de su papel en la comunidad consistía en dar valor oficial y probatorio a las escrituras.
Se pueden considerar elementos comunes de un acto del Escribano: la necesidad de asegurar el conocimiento de los otorgantes, la asistencia de tres testigos, la señalización de la data y la firma y signo del Escribano que validaban el escrito. Todas estas formalidades tenían como finalidad evitar falsedad o engaño y salvaguardar la veracidad del documento. Si una de las partes no conocía el castellano, se nombraba un intérprete. Por último, el Escribano se debía limitar a orientar y aconsejar en cuestiones formales y validar el protocolo, teniendo prohibido influir en los acuerdos e intentar sacar provecho de la información que en ellos se depositaba.
Su figura ya aparece en el Fuero Real, con los oficios de escribanos públicos y en textos como las Partidas, la Pragmática de Alcalá de 1503 o la «Instrucción para escribanos numerarios y reales» de 1750, con los requisitos personales y de aptitud. Es básicamente desde Alfonso X cuando la escritura toma una importancia primordial. El Escribano o Notario público era un oficial del Rey, que ejercía un oficio de índole técnica y con carácter vitalicio, siendo su función la de redactar las notas y confeccionar y autorizar los instrumentos públicos que documentaban los actos municipales, judiciales y entre particulares no atribuidos a oficiales especiales. Debían ser hombres honrados, inteligentes, fieles y discretos. Con esos requisitos, disfrutaban de la confianza y estima reales.
El Escribano es un tema recurrente en la literatura; he aquí algunos ejemplos: —
Guzmán de Alfarache: «Ni sé cómo confiesan ni quién los absuelve, porque informan y escriben lo que se les antoja, y por dos ducados o por complacer al amigo, y aun a la amiga, quitan las vidas, las honras y las haciendas, dando puerta a infinito número de pecados». —
Cervantes, en El Licenciado Vidriera: «los maldicientes por donde comienzan a mostrar la malignidad de sus lenguas es por decir mal de los Escribanos y Alguaciles, y de los otros ministros de la Justicia, siendo un oficio el de Escribano sin el cual andaría la verdad por el mundo a sombra de los tejados y maltratada
Quevedo, en «El sueño del infierno»: «el no haber Escribanos por el camino de la perdición no es porque infinitísimos son malos no vienen acá por él, sino porque es tanta la prisa con que vienen que volar y llegar y entrar es todo uno, tales plumas tienen ellos, y así no se ven en el camino».
Algunas de las razones de su mala fama consistían en que, al cobrar por página —a lo largo del siglo XVI— comienza a observarse un alargamiento de su caligrafía, de manera que cada vez era menor el número de palabras por línea y de líneas por página. También es de destacar que muchas veces se servían de sustitutos, lo que estaba prohibido.
Notarios y Letrados de la Administración de Justicia, dan fe de los actos jurídicos que se producen en nuestro tiempo, extrajudiciales y judiciales, y van conformando un archivo documental (en ocasiones ya hasta digital y electrónico y con grabaciones audiovisuales) que será de gran utilidad para las generaciones venideras, pues esos hechos estarán revestidos de la fe pública que estos funcionarios del Estado le otorgan, y que serán una fuente indudable de conocimiento de nuestra época. Como se ha dicho, con la garantía de la fe pública. Con ello, el historiador y el jurista ganarán en veracidad. Como así ha sido a través de toda la Historia, con todo aquello que nos han legado los Escribanos y sus diferentes protocolos y archivos
FUENTE: LOS ESCRIBANOS, ORIGEN DEL NOTARIADO Y DEL CUERPO DE LETRADOS DE LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA: BREVE ESTUDIO DE SUS FUNCIONES Y CARACTERÍSTICAS GENERALES EN LA HISTORIA DE ESPAÑA.
Revista Jurídica Castilla y León, NÚMERO 50. ENERO 2020 ISSN: 2254-3805, 20 de enero de 2020.